FANTASÍA

En cuanto el lenguaje comienza, entre los dos y los cuatro años, la mente se llena de imágenes y palabras que hablan de todo lo que existe y aún de lo que nunca existirá: desde los cuentos tradicionales y desde la televisión o los relatos familiares los niños recrean mundos mágicos que de manera indirecta hablan también del mundo real.
Cuando por la noche una niña pide a su padre que le cuente otra vez la misma historia no es tanto volver a escuchar las mismas palabras, como saber que está acompañada y que el ritual del cuento se repite como la vida comenzará a la mañana siguiente.
La fantasía desarrolla la mente y permite elaborar las ansiedades más frecuentes: el temor a la muerte, el abandono, la envidia…todo lo que aparece en los cuentos tradicionales que siguen siendo necesarios.
Participar padres e hijos de este ritual es favorecer el crecimiento y la tranquilidad de los niños y es también ayudar a los padres a vivir de nuevo algo de su propia infancia.
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