EDUCAR BIEN CON IGNACIO AVELLANOSA

lunes, abril 16, 2007

CONDUCIR

Los padres son los que conducen cuando los hijos son pequeños. Se sientan en el coche y se transforman. El padre o madre educado y tranquilo se sienta al volante y adelanta por donde no debe, se enfada con el que va delante porque no sabe lo que hace o va muy lento.

Si es mujer esa será la explicación de todo, si es mayor más vale que deje de conducir, si es joven se habrá sacado el carnet cinco días antes y además se lo habrán regalado. Lo curioso es que quién conduce puede ser mayor, mujer o joven y las ocurrencias serán las mismas.


Ya en carretera hablará por teléfono para explicar que ya solo le quedan cien kilómetros y que estará en poco tiempo. Con cara de pillo enseñará a su hijo el nuevo invento: un aparato que detecta los radares. “Ya no nos ponen más multas chicos, se acabaron las preocupaciones. Me ha costado 200 euros pero se amortiza en dos viajes”. Los niños verán como disminuye la velocidad cuando el chivato se lo dice y como acelera inmediatamente después.

Sus hijos serán mayores y aprenderán que conducir es como cuando en el colegio había que engañar al profesor y serán conductores peligrosos. Pero además aprenderán que con frecuencia sus padres no hacen lo que les dicen a ellos que tienen que hacer. Que mienten o insultan y a ellos se lo prohíben. Si son listos a veces sentirán algo de vergüenza ajena frente a los gritos desde dentro del coche al que adelanta.

Otra vez hay muertos en la carretera. Conducir es sencillo y se aprende pronto, pero saber conducir respetando a los demás es poco frecuente y solo si los hijos ven que es la norma lo aceptarán como algo normal.

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martes, marzo 20, 2007

PSICOSOMATICA 1

Frente a cualquier prueba, un examen, una entrevista de trabajo, actuar para los otros, nuestro cuerpo acusa la ansiedad. El corazón late más rápido, las manos sudan, la respiración se agita o el estomago se revuelve. Síntomas todos ellos corporales pero que responden a un sentimiento mental: inquietud, inseguridad, preocupación.

Hablamos de psicosomática cuando el cuerpo manifiesta alguna alteración y el origen de ella está en la mente de la persona. La medicina psicosomática es una parte importante de la medicina porque muchas de las manifestaciones corporales de la enfermedad tienen su origen en la mente. En el caso de los niños este hecho es aún más incontestable: un niño manifiesta un dolor abdominal por las mañanas; se levanta y se queja de dolor, no quiere el desayuno, no tiene apetito y si se le fuerza devuelve lo que come.


Esto es así casi todas las mañanas desde hace dos semanas. Los padres, preocupados, consultan con el pediatra que después de una serie de exploraciones no ve nada patológico. Al final terminan por entender que su hijo está teniendo un conflicto en el colegio con una serie de compañeros que se meten con él. Se habla con el colegio, con los compañeros y con el niño. Se resuelve el problema escolar y los dolores y los vómitos desaparecen como por arte de magia.


Esta historia frecuente es un ejemplo sencillo del mundo psicosomático del niño. Hay mucho más, enfermedades que causan preocupación, preocupaciones que los niños expresan como enfermedades, tratamientos que tienen el efecto secundario de generar ansiedad. Desde los bebés hasta los adolescentes la mente y el cuerpo de los niños son tan inseparables como los sentimientos que las organizan.

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miércoles, marzo 14, 2007

SALTAR A LA COMBA

Cuando el que esto escribe era pequeño las niñas saltaban a la comba. A los niños nos daba envidia y nos dábamos cuenta de que aquello era muy divertido pero como entonces los roles masculino y femenino estaban tan definidos y eran tan rígidos, nos fastidiábamos y no saltábamos. Cuando lo hacíamos saltábamos patosos adrede para que nadie pudiera decir que éramos “buenos saltadores de comba”.

Sorprendentemente años después ya no son las niñas quienes saltan a la comba. Ahora es un ejercicio de boxeadores. De un “juego de niñas”, dicho además así, con desprecio por los chicos hemos llegado al entrenamiento mejor de los que practican boxeo y siempre se trataba del mismo ejercicio.

La verdad es que saltar a la comba es uno de los mejores ejercicios y sería estupendo que niños y niñas lo practicaran o se pusiera de moda.

- Es un ejercicio aeróbico completísimo en el que se desarrolla la capacidad pulmonar.
- Exige una coordinación de todo el cuerpo que facilita la maduración psicomotriz, importante para los aprendizajes básicos.
- Es un deporte para el que solo se necesita una cuerda y que se puede practicar en cualquier lugar. No hay deporte más barato.
- Permite variedad de participantes, desde la soledad del que no tiene a nadie en un momento dado hasta el grupo numeroso que salta de manera organizada y que se obliga a establecer unas reglas que ayudan a aprender a respetarlas.

Enredados en juegos sofisticados los niños han perdido la posibilidad de los juegos más sencillos que en la historia fueron los únicos juegos posibles. Otros más existen y de ellos hablaré en otro momento.

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lunes, marzo 05, 2007

APRENDER

El lenguaje es nuestra diferencia. Los humanos tenemos el privilegio de entendernos entre nosotros con un código muy sofisticado que es el lenguaje con el que hablamos de la realidad y además nos permitimos sobrepasarla.

Los niños cuando nacen no tienen lenguaje oral pero sí todas las condiciones para adquirirlo. Nuestro cerebro está programado para ello. El bebé recién nacido e incluso el feto oyen las voces de los humanos que les rodean y con algunos meses comienza a imitar sonidos. Poco a poco los sonidos van teniendo más sentido y las vocalizaciones permiten entender palabras. Con dos años los niños ya tienen un vocabulario que les permite relacionarse con la palabra. En esa época de la vida el cerebro está muy preparado para el aprendizaje del lenguaje, parte del material genético se aplica en esta dirección. Cualquier sonido el niño pequeño es capaz de registrarlo y repetirlo cuando quiere. Cuando pasen algunos años esta facilidad se habrá perdido, podrá aprender un idioma pero carecerá de la capacidad de registrar cualquier sonido. Podrá hablar muy bien un idioma pero se notará el acento extraño. Algunos acentos o se aprenden en la primera infancia o ya no será posible registrarlos.

Cuanto antes los niños puedan oír su segundo idioma-pienso en el inglés que será el de mayor utilidad, pero podría ser cualquier otro- tanto mejor lo pronunciarán después. Todos los niños deberían poder escuchar, entender y casi hablar dos idiomas antes de los cinco años. El tercer

idioma podría quedar para más adelante.

El musical es otro lenguaje que como el verbal se aprende fácilmente en los primeros años de la vida. Idiomas, música, como un aprendizaje más, como jugar, como aprender a vestirse o a usar el ordenador, como mirar un cuento, jugar con las muñecas o abrazar a sus padres. Un aprendizaje que parta de la vida cotidiana, que no sea una exigencia de dos horas dos días por semana como las clases que ya llegarán en su momento.

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martes, febrero 06, 2007

CAE LA NIEVE

Cae la nieve con fuerza por primera vez en el año y los niños descubren la maravilla del milagro blanco. Les despiertan por la mañana y mamá o papá les dicen: “¡ha nevado¡”. Medio dormidos se asoman a la ventana y la ciudad es diferente del día anterior. Los coches blancos, la calle , los árboles, todo tiene nuevos matices y ellos se quedan arrobados en la ventana. Además no hay colegio. Hay que abrigarse y salir a ver la novedad.

Todos los sentidos les transmiten novedades, el blanco de las aceras, el sonido de la nieve al pisarla y las huellas que van dejando. El tacto, primero frío cuando la tocan y hacen una bola y las manos sorprendentemente rojas y calurosas después. En el parque hacen bolas que ruedan para que aumente su tamaño y sea la base de un muñeco, encuentran a sus amigos y las bolas se convierten en balas que vuelan.

El mundo de la nieve cambia la rutina. Durante unas horas o días todo tiene características diferentes y se disfruta sabiendo que durará poco. Esta particularidad de la nieve en nuestras ciudades; llega sin avisar y sin que haya que pagar para ello. Un regalo que sabemos breve, hasta el año próximo quizás.

El regalo de la nieve no tiene nada que ver con esos otros regalos que forman el universo cotidiano de los niños. El bollo a la hora de ir al colegio, las chucherías o los cromos a la salida, el juguete semanal. Regalos que se desvalorizan, que solo tienen sentido porque se piden. Regalar tendría que ser algo especial que se espera con deseo y porque el deseo lo valora, se aprecia cuando se tiene. Ahora en nuestra sociedad de consumo los regalos aparecen con tanta frecuencia, se tiene tan poco tiempo para el deseo que acaban arrumbados en el armario lleno de los anteriores también abandonados.

Aprendamos de la nieve que valoramos por su rareza, porque cambia la vida por unas horas sabiendo que pronto desaparecerá y seguiremos esperando a que el año siguiente vuelva para disfrutarla.

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miércoles, enero 31, 2007

OBSERVACIONES

Uno: Madre y abuela acompañan a un pequeño en su sillita. Por alguna razón no están contentas con él y le riñen sin mucha convicción: verdad que ya si que vas a ser bueno? le dice la abuela y el niño, desde la silla, niega con la cabeza. Insiste la abuela: no me digas que no lo vas a ser, seguro que ya te portas bien y el niño vuelve a mover la cabeza negando, parece que lo tiene muy claro: él no se va a portar bien. La abuela, un poco descolocada frente a una negativa tan temprana, amenaza: Pues si no te portas bien se lo voy a decir a los policías y te llevarán con ellos. Pierdo la continuación de la historia pero no creo que la amenaza surta efecto.

Dos: El padre acompaña a su hijo al colegio, es un niño de cuatro o cinco años. Algunos metros antes de llegar a la entrada el padre le suelta de la mano y deja que el resto del camino lo haga solo. El se queda mirando como se aleja y le grita: sé valiente¡. El niño sin volverse dice sí¡ y corre hacia su clase.

Engañar a los niños, incluso cuando son pequeños, con castigos imposibles o con la aparición de monstruos de cualquier pelaje que puedan hacerlo es poco educativo. Veo al niño de la primera observación riéndose en su interior de la amenaza de la abuela, con policías que nunca le hicieron nada salvo, a lo mejor, motarle en su moto, o todavía peor, teniendo miedo de unos funcionarios que lo que están es para protegerle. Esa manía de acudir a personajes que se hacen malvados para dar miedo es una manera de eludir que la responsabilidad del castigo es de ellos y de nadie más y que si el niño lo sabe sabrá también a que atenerse. En la segunda observación por el contrario lo que hay es la esperanza en la capacidad del niño para enfrentarse a la realidad. Primero el poder dejarle que entre solo en el colegio, sin perderle de vista para saber que lo está aprendiendo y después esa frase-que me encantó al oírla- de “sé valiente” porque efectivamente para poder separarse de su padre, para enfrentarse al mundo diferente de la escuela le viene bien algo de valor y saber que eso se espera de él.

En un caso la confianza en el niño que le ayuda a tenerla en sí mismo y en otro la desconfianza en la capacidad de ser padre o madre, Para pensar.

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lunes, enero 15, 2007

LA VERDAD

Ahora que los reyes magos ya pasaron cabe hablar de su significado en la vida de los pequeños. En todas las culturas hay seres mágicos que son capaces de traer una felicidad más allá de cualquier lógica. En la vida de los niños españoles el ratón Perez o los reyes magos cumplen esa función.

El ratón que da algo a cambio del diente caído ayuda a elaborar la tristeza de la pérdida. Aparece por la noche sin que nadie le vea y deja su regalo y ayuda a que el niño tolere que alguien le quitó su diente, llena con felicidad un dolor más o menos grande. Los reyes no, ellos no piden nada más que una carta con los deseos y que el niño se haya portado bien, lo que por otra parte es bastante pedir: portarse bien todo el año¡¡. Pero en general no son muy estrictos.

Los niños creen en la existencia real de los reyes o del ratón y lo creen frente a todas las evidencias de lo imposible, incluidas las apariciones de reyes por todas las esquinas de la ciudad.

Lo creen porque quieren creerlo y porque es bueno para ellos. Lo creen incluso cuando tienen la evidencia de que los regalos estaban en casa días antes. Lo creen cuando ya lo saben todo porque se lo han contado pero prefieren aparentar que no saben nada por si acaso…

Decir la verdad es también frustrar en un momento dado. A partir de la edad de la razón- 7,8 años- los niños comprenden el absurdo de unos seres que en la misma noche escalan millones de ventanas. Es cuando preguntan o cuando algún compañero o hermano con mala idea quiere romper la ilusión que a él otro le rompió.

Si el niño es pequeño cabe seguir con la fantasía pero si el niño o la niña ya ha cumplido esos años es el momento de explicarle como sucede con los reyes sin que ello signifique ni el fin de los regalos ni de la fantasía. El misterio debe de seguir, el deseo también y la noche de reyes seguirá siendo mágica cuando sean padres. A partir de una cierta edad el engaño no tiene sentido entre otras cosas porque la mayor parte de las veces los únicos engañados son los padres que siguen creyendo en que sus hijos creen.

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