EDUCAR BIEN CON IGNACIO AVELLANOSA

lunes, enero 15, 2007

LA VERDAD

Ahora que los reyes magos ya pasaron cabe hablar de su significado en la vida de los pequeños. En todas las culturas hay seres mágicos que son capaces de traer una felicidad más allá de cualquier lógica. En la vida de los niños españoles el ratón Perez o los reyes magos cumplen esa función.

El ratón que da algo a cambio del diente caído ayuda a elaborar la tristeza de la pérdida. Aparece por la noche sin que nadie le vea y deja su regalo y ayuda a que el niño tolere que alguien le quitó su diente, llena con felicidad un dolor más o menos grande. Los reyes no, ellos no piden nada más que una carta con los deseos y que el niño se haya portado bien, lo que por otra parte es bastante pedir: portarse bien todo el año¡¡. Pero en general no son muy estrictos.

Los niños creen en la existencia real de los reyes o del ratón y lo creen frente a todas las evidencias de lo imposible, incluidas las apariciones de reyes por todas las esquinas de la ciudad.

Lo creen porque quieren creerlo y porque es bueno para ellos. Lo creen incluso cuando tienen la evidencia de que los regalos estaban en casa días antes. Lo creen cuando ya lo saben todo porque se lo han contado pero prefieren aparentar que no saben nada por si acaso…

Decir la verdad es también frustrar en un momento dado. A partir de la edad de la razón- 7,8 años- los niños comprenden el absurdo de unos seres que en la misma noche escalan millones de ventanas. Es cuando preguntan o cuando algún compañero o hermano con mala idea quiere romper la ilusión que a él otro le rompió.

Si el niño es pequeño cabe seguir con la fantasía pero si el niño o la niña ya ha cumplido esos años es el momento de explicarle como sucede con los reyes sin que ello signifique ni el fin de los regalos ni de la fantasía. El misterio debe de seguir, el deseo también y la noche de reyes seguirá siendo mágica cuando sean padres. A partir de una cierta edad el engaño no tiene sentido entre otras cosas porque la mayor parte de las veces los únicos engañados son los padres que siguen creyendo en que sus hijos creen.